domingo, 23 de octubre de 2011

Un nuevo Doctor en el vecindario

Segundas partes nunca fueron buenas… y algo de eso hay en la segunda temporada de la era moderna del ‘Doctor Who’ de la BBC. La primera temporada (y esto es un gran SPOILER si no la habéis visto) acababa con la enésima regeneración del Doctor, esto es, el truco de la serie para perpetuarse con continuos cambios de su protagonista principal, tanto por lo que respecta a su intérprete como a su personalidad y aspecto. Christopher Eccleston, reputado actor británico elegido como gancho en la resurrección televisiva del Doctor, retoma su carrera y es David Tennant quien le sustituye como décimo Doctor. ¿Está a la altura del legado que recibe? Pues…

Eccleston había dejado el listón alto. Cierto que su Doctor fue el más antipático y psicópata, pero también el que llevó mejor la parte dramática y uno de los mejores. En cuanto a Tennant… Mi impresión es que no acaba de pillarle el punto al personaje, al menos en su primera temporada. Su aspecto es muy ‘Doctor’, con el elegante traje chaqueta cubierto por una larga gabardina y rematado con unas zapatillas deportivas. Pero en cuanto a personalidad no se aleja demasiado de su predecesor, y además parece abusar del histrionismo y de esa pinta de ‘no me tomo nada en serio’. De hecho, se luce más en los momentos dramáticos, en los que sí parece captar la esencia del personaje, por lo que tengo muchas esperanzas depositadas en él.

Tennant, como Eccleston, ha tenido como fiel escudera a Billie Piper en el papel de la joven Rose Tyler…, cuya segunda temporada ha estado bastante por debajo de la primera. En aquella Rose rivalizaba en importancia con el Doctor, convirtiéndose en una de las compañeras más interesantes de cuantas ha tenido. En esta, aunque también brilla en muchos momentos, hay demasiados capítulos en los que apenas hace otra cosa que estar en pantalla, o ni siquiera eso.

Y es que, a diferencia de la primera temporada, esta resulta demasiado irregular, con capítulos sensacionales pero también con otros muy por debajo del mejor nivel de la serie. Esta arranca con un buen especial, a cargo del guionista titular de la serie, Russell T. Davies, que sirve de ‘presentación’ del ‘nuevo’ Doctor en medio de una nueva invasión alienígena en Londres (no hay que perderse el ataque de los árboles de Navidad…) y empieza a sembrar las semillas para el arco final, tal como ocurriera en la temporada anterior. Si entonces las palabras claves eran ‘Bad wolf’, ahora es ‘Torchwood’… solo que la idea se llevó mejor a la práctica en la primera temporada.

Tras el especial llegan los dos primeros capítulos, también a cargo de Davies, primero con un viaje al futuro (como ocurriera en la anterior temporada) en el que reaparece un viejo enemigo, y después al pasado (también como en la anterior temporada) para conocer a un hombre lobo y a la Reina Victoria, que no deja de decirle a Rose que va muy desnuda.

Luega llega lo mejor, curiosamente sin Davies. Primero ‘Reunión escolar’, con el reencuentro entre el Doctor y la mejor compañera de toda su historia (a la que conocimos en los capítulos que echaron hace años en TV3, Sarah Jane Smith, interpretada como siempre por Elisabeth Sladen. El capítulo, al margen de una trama más o menos accesoria, está cargado de momentos inolvidables, como cuando Sarah Jane descubre la Tardis, y sirve para confrontar a Sarah Jane con Rose y reflexionar sobre la soledad del Doctor y los efectos que causa en sus compañeras, a las que invariablemente acaba por dejar. Ya le ocurrió a Sarah Jane, que ahora puede decirle al Doctor lo que sintió… y Rose vislumbra su propio futuro. ¡Si hasta sale el perro cibernético K-9!

Y no le anda a la zaga ‘La chica en la chimenea’, magnífico episodio de viajes temporales, donde el Doctor tiene un romance con madame Pompadour en la Francia prerrevolucionaria. Para el Doctor apenas pasan unas horas, pero para ella la acción del episodio abarca toda su vida. Y Rose, casi sin hacer acto de presencia…

A continuación llega la primera aventura en dos episodios, que sirve para presentar la versión moderna de otro de los enemigos míticos del Doctor. Si en la anterior temporada fueron los Daleks, ahora llegan los Cybermen. Como ocurrirá en cada aventura doble, es al final del primer episodio cuando se descubre al ‘malo’ de la función, que en esta ocasión transcurre… en un universo paralelo. Dado que esta temporada se emitió en 2006, uno no puede evitar pensar que para ‘Fringe’ se inspiraron bastante en esta trama… con ese universo en el que cambian las cosas ligeramente, donde el padre de Rose no murió pero ella sí… por no hablar de que, como descubriremos en el último arco argumental de la temporada, los viajes entre universos paralelos crean brechas temporales que pueden destruir el mundo… Demasiadas coincidencias.

Tras una aventura que acaba volviéndose épica tenemos uno de los capítulos más flojos (dedicado a criticar la ‘caja tonta’ televisiva) antes de otra doble aventura, más de ciencia ficción que nunca, en la que el enemigo, en una estación espacial junto a un agujero negro, parece ser… el propio diablo.

Luego llegan un par de episodios bastante flojos, el primero a cargo de Davies, centrado en un ‘fan’ del Doctor, en el que este y Rose apenas aparecen, aunque tiene su gracia, y el siguiente situándonos en el Londres olímpico de 2012 (repito, el episodio se emitió en 2006) y con una niña de 10 años como enemiga.

Y entonces llega el bombazo final, la doble aventura en la que Davies echa el resto con Torchwood, los Cybermen, la brecha entre universos y… los Daleks (ah, y el Arca del Génesis de los Señores del Tiempo). Todo ello además del encuentro entre la madre de Rose de un universo y el padre del otro, además del destino final de Rose. Aquí si se sale Davies, con momentos gloriosos como la escena en la que los últimos cuatro Daleks no consideran rivales a cinco millones de Cybermen pero sí temen al Doctor.

Si toda la temporada hubiera mantenido el nivel del desenlace y capítulos tan fantásticos y conmovedores como ‘Reunión escolar’ (por cierto, con el mítico Giles de 'Buffy, cazavampiros' como malo) y ‘La chica en la chimenea’ en los que es imposible no emocionarse, sería una temporada de 10, pero acaba quedándose en un aprobado alto debido a episodios mucho más flojos, a la pérdida de protagonismo de Rose, mucho más gris que en su debut aunque de cuando en cuando resurja poderosamente, y a un Tennant que no acaba de pillarle el punto al personaje. Pero el Doctor y la Tardis siguen su viaje… y habrá que acompañarle.

PD: Volviendo al tema de las acompañantes, ojo al momento en el que, de pasada, y sin que vuelva a tocarse el tema, el Doctor deja caer que una vez fue padre... ¿Qué prepara Davies?


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